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Prensa MinCyT.- En la Era Digital, la neurociencia y la inteligencia artificial han puesto sobre la mesa nuevas maneras de comprensión y manipulación del cerebro humano. A partir de estos avances surgen también importantes preocupaciones éticas y legales, dando lugar a un nuevo campo de estudio conocido como los neuroderechos.
La recolección y análisis de datos neuronales pueden proporcionar información sobre el funcionamiento de nuestra mente, lo que representa un riesgo significativo para la privacidad de las personas.
La protección de estos datos resulta esencial para garantizar que no se utilicen de manera indebida o sin el consentimiento, es allí que radica la importancia de los neuroderechos.
Los neuroderechos se definen como derechos fundamentales que buscan proteger la integridad y privacidad mental. En un sistema donde las tecnologías influyen directamente desde los pensamientos hasta el comportamiento.
En una entrevista concedida al diario español El País, el neurocientífico Rafael Yuste explica que existen cinco neuroderechos básicos: derecho al libre albedrío, derecho a la privacidad mental, derecho a la identidad personal, derecho al acceso equitativo a tecnologías de aumento mental y el derecho a la protección contra sesgos de algoritmos de inteligencia artificial.
«De los cinco, el más urgente es la privacidad mental, porque, como digo, hoy en España te puedes comprar en Amazon un casco de electroencefalografía para jugar por internet y todos esos datos son acaparados por la empresa que te lo ha vendido», explicó y llamó a detener estas acciones.
Para Yuste, al margen de la urgencia, el neuroderecho que priorizaría, por orden de importancia, tiene que ver con «el acceso equitativo al aumento cognitivo».
En un futuro muy cercano, la humanidad tendrá que luchar con estos avances, pero Yuste alerta sobre la creación de «una brecha en la sociedad con dos tipos de seres humanos: «unos que están aumentados y otros que no». En este sentido, invitó a pensar en cómo evitar una fractura en la humanidad.
Yuste y otros investigadores han destacado la importancia en legislar para proteger los neuroderechos, incluso, agregar cláusulas a los tratados internacionales, como por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos para enfrentar los desafíos éticos. Y en la agenda de trabajo de la Unesco.
Que los Gobiernos y organizaciones trabajen para proteger los neuroderechos significa el reconocimiento, la preservación y el respeto a la dignidad y privacidad humana. Forma parte de los desafíos éticos para que la Ciencia responda a la racionalidad de la vida.